miércoles, 31 de agosto de 2005

Irminsul V

El universo es el pulmón de Tuisto, el cual respira rítmicamente, dentro y fuera. Su cerebro es el pensamiento congelado en el colapso del universo. Ese pensamiento se activa nuevamente, cuando Tuisto respira, y permita elevar el calor de la explosión de Óðinn. Entonces el pensamiento de Tuisto toma formas y crea un nuevo y vívido universo.

El pensamiento de Tuisto dirige sus dos palmas redondas. La fuerza de la explosión está en una de ellas, la gravedad en la otra. Una de ellas es el agujero blanco del universo, la otra es el agujero negro del universo. Con eso, Tuisto puede moverse alrededor de los cuerpos celestes, irradiando o incrementado o decreciéndolos.

En cada agujero negro, existen las llamadas singularidades desnudas. Además de estos, allí existen agujeros invisibles en el universo, los cuales llamamos agujeros gusano. Allí, los objetos pueden ingresar a fin de salir en un lugar completamente diferente del universo; independiente, tanto del tiempo y del espacio. Las salidas de esos agujeros son los que podemos llamar agujeros blancos. La masa que fue atraída hacia el agujero negro (por la gravedad) choca en su lugar en un agujero gusano; donde se ruptura la salida del agujero blanco con una enorme fuerza.

Los agujeros negros sólo conseguirán ser más enormes, y sólo gravitará más y más materia en el universo, hasta que un agujero sea tan grande que sea capaz de absorber toda la demás masa del universo. Es allí donde entra el rol de Irminsûl, porque es verdaderamente Tuisto, el dios-pilar en el centro – el gran asiento, que se suponía balanceaba las otras dos proto-fuerzas. El cerebro de Tuisto, el pensamiento, puede situar agujero gusano dentro de los agujeros negros, así que ellos vaciaban la masa más rápido de lo que podían ser llenados. Así una mano anula y la otra mano acciona, lo cual resulta en balance.

martes, 16 de agosto de 2005

Irminsul (IV)

Nuestro mundo fue creado en cooperación entre esa tres proto-fuerzas. Entre Múspellheimr (las estrellas) y Niflheimr (la materia congelada en el espacio) allí donde estaba el Gínnungagap (el vacío). El universo estaba descansado. Estaba inactivo. Y ese era un estado de balance completo.

El universo despertó después de ese descanso de Freyr. La fuerza de Óðinn arrojó nuevamente la masa a todas las direcciones. Las estrellas comenzaron a derretir la materia congelada en el espacio cuando se encontraron unas con otras, en el Gínungagap; en el vacío.

En Múspellheimr, estaba el divino pecho, la explosión que da la nueva vida al universo. En Niflheimr, descansó del pensamiento divino, congelado. El hielo se derritió y se volvió a activar nuevamente.

En el Ragnarök, las fuerzas contrarias se cancelaron unas a otras hasta que una sola fuerza quedó posicionada. Desde entonces la tracción gravitacional es constante, mientras la explosión únicamente se alteró por un tiempo limitado, la gravedad siempre ha de vencer. Siempre, después de un periodo de tiempo, la masa será forzada a unirse nuevamente.

La señal de eso es la preparación de los dioses para el Ragnarök. Óðinn se esforzó por ganar la batalla, incluso aunque supiese que siempre perdería al final. Él siempre ha de morir, no importa cuánta fuerza coloque en su explosión – porque la gravedad es constante, mientras su propio poder, después de algún tiempo, cese de funcionar. Eso, es lo que entonces llega, la destrucción del Jotun de nuestro mundo. Es destruido en ese momento cuando los planetas y las estrellas son forzados otra vez a juntarse en un punto. El cielo se desploma.

Pero los humanos todavía han de retornar. Por Líf (la fuerza dela vida) y Lífϸrasi (la voluntad de vivir) ocultos en la arboleda de Hoddmímis. Allí, ellos se alimentaran del rocío de la mañana. Cuando el universo nuevamente explote, el hielo se derretirá y la fuerza de la vida se activará una vez más. El Ragnarök no puede destruir ese tesoro de la memoria.