lunes, 30 de mayo de 2005

El Sacro Irminsul (II)

El antiguo dios de la mitología germánica es Búri, conocido dentro de los sajones como Tuisto o Tuiscon. Nuestro Þórr deriva de ese proto-dios; en la misma línea de los demás dioses que poseemos. El germánico proto-dios es representado en tallados en roca con sus dos palmas hacia el cielo. Una de las palmas está a Sól (Sol) del cielo, y la otra a Máni (Luna) del cielo nocturno. Cuando decimos que el lobo devora la Luna, es una referencia al mito del lobo Fenris devorando una de las manos de Týr. La manifestación natural de lo que es un eclipse lunar. Como con los demás dioses, Týr deriva de Tuisto.

Los dos brazos del dios del trueno son idénticos a las dos palmas de Tuisto. Uno de ellos simboliza el martillo de Þórr; el otro representa al Sol. Ese es el rol del proto-dios como Þórr. El martillo es la fuerza conservadora de la vida en el universo. El Sol, la fuerza creadora de la vida.

Existen tres proto-fuerzas en el universo. Nosotros las llamamos por muchos nombres:

Óðinn (Odín), Vílir (Vilje) y Véi (Ve);
Istwô, IrminiaR e IngwaR;
Óðinn, Lóðurr (Loki) y Hoenir;
Óðinn, Þórr y Freyr.

La fuerza de Óðinn es explosión, la fuerza de Þórr es la gravedad y la fuerza de Freyr es la detención. Eso es, respectivamente: expansión, implosión y el armónico estado de balance, que siempre está entre la transición de la dominación de una fuerza sobre las otras fuerzas – ese es, el balance entre dos proto-fuerzas originales. La fuerza de Óðinn es la cual arroja la bola hacia arriba al aire, la fuerza de Þórr es la que la trae de regreso; y el momento de Freyr es cuando la velocidad de la bola es igual a cero.

Ese es el universo del cual realmente estoy hablando aquí, y si nosotros cambiamos el mundo “la bola” en la metáfora sobre las “estrellas”, conseguimos el ritmo del universo. Óðinn es el gran big bang, el cual arroja materia a todas las direcciones. Þórr es la fuerza que intenta atraer todo y juntarlo nuevamente.

Ya he mencionado que el universo está expandiéndose con el incremento de la velocidad. Eso parece ser una prueba de que la tracción de la gravedad es muy débil para retrasar la expansión del universo. Lo que esos científicos han olvidado es que si la fuerza de la explosión aún está activa, ella todavía puede colocar fuerza a las estrellas, así que estas se pueden acelerar. Las ondas de la explosión perderían su poder y entonces la tracción gravitacional tomaría el control, y el universo comenzaría a atraerse nuevamente el mismo hasta juntarse – después de cortos momentos de quietud. Un momento cuando los poderes de Óðinn y Þórr infligen un igual monto de fuerza sobre la masa del universo.

La diferencia entre sus poderes es que Þórr es constante. Óðinn frecuentemente fluctúa de enorme fuerza, a la nada, hasta que nuevamente se vuelve enorme.

El segundo pilar, entonces, es la explosión, el cual nosotros constantemente, acuciosamente vemos en el Sol y en las otras estrellas. Ese es el ojo de Óðinn y la fuerza creativa; el cual en un momento creó el universo en una explosión violenta. ¡El Big Bang!

lunes, 23 de mayo de 2005

El Aynol y Bab


El Aynol y Bab

En memoria de YU, la Vidente

Ya han pasado diez años desde que Eun de la Stela nos impactara con el Aynol y Bab y su rito antibabilon project.  Ya se han sucedido diez inviernos y diez veranos y aun puedo oír los ecos de esos eventos.   Recluyó a YU por más de ocho años hasta que la agonía de Baldur la liberó.  Yo fui la única testigo de esa liberación.  Escribo ahora para liberarme un poco yo.

No soy testigo presencial de los hechos que relataré.  Estos me vienen narrados por mi amiga de toda la vida, la clarividente YU.  Ella fue una de los doce que acompañaron al viejo Eun.   Y lo mismo que los otros doce ella también sucumbió.  Los hechos que voy a contar me fueron confidenciados hace menos de un mes.  Todos comprenderán que YU no haya querido hablar antes.   Después de todo ¿quién ha querido hacerlo?   Ariel Zúñiga me habló hace poco de un escrito del bueno de Amaury donde ponía en palabras la terrible experiencia de esa noche de verano.   Pero el escrito está perdido.  Amaury no lo quiso publicar.  Y el silencio se hizo norma entre quienes participaron de ese evento.

Todo comenzó durante el invierno de 1990.  Yo era estudiante universitaria, compañera de YU, a quien entonces conocía sólo superficialmente.  Ese invierno YU fue contactada por Sebastián Pino Muñoz, conocido luego como Eun de la Stela.  Eun tenía entonces 45 años, o más quizá.  Era apuesto, interesante e insondable.  Contaba historias impresionantes sobre sí mismo.  Su idea era preparar a un grupo de doce discípulos con quienes subir a lo alto del Cerro Chaday y realizar un rito que anulara los efectos del Babilon Working.   Esta historia había comenzado a escribirse 22 años antes, cuando Eun de la Stela supuestamente conoció al mítico Jack Parson.

A inicios de los años 90 la historia más increíble que Eun contaba de sí mismo era sobre su fortuito encuentro con Jack Parson en la fronteriza ciudad de Tijuana, en 1968.  Según Eun Parson viajó con él a Mirepoix a encontrarse con otro titán del esoterismo: el mítico Gabriel Frontera.  El objetivo del encuentro era diseñar un rito operativo que hiciera frente al Babilon Working.  Eun siempre exhibió fotografías de ese encuentro tomadas con su propia cámara Olympus.  Las enseñaba  a todos quienes quisieran conocerlas.  En una ocasión yo también las vi y parecían genuinas.  Restaba sólo saber si aquel personaje con quien aparecía era realmente Parson o alguien muy parecido a él.

Según Eun de la Stela Parson le enseñó a él y a Frontera cómo deshacer, mediante un rito, el influjo cada vez más notorio del Babilon Working.  El rito se llamó originalmente ABW.  Muchos años después Eun cambiaría su nombre por el de Aynol y Bab.  Las razones de esto las explicaré después.

El 21 de diciembre de 1994, a las 6:00 hrs, Eun de la Stela partió desde Santiago, con 12 jóvenes muchachos, hacia la cumbre del cerro Chaday.  Los había preparado para esta misión durante cuatro largos años, desde el invierno de 1990.  Entre quienes formaron este grupo se encontraba mi amiga YU.  También fueron parte de esta expedición los jóvenes innatos Carlos Carmona (más tarde Mœbius), Jacquelinne Ugalde, Nicole San Martin, Joaquín Ramírez, Amaury de Bène, Priscilla Escobar, Ariel Zúñiga y Anaïs Laprossa.  Nunca sabré si los otros tres participantes del rito eran personas realmente o "presencias", como prefirió llamarles mi amiga YU.   Eun les llamó discípulos desconocidos (unbekannt Jüngern), en ánimo de emular la expresión utilizada por el gran Maestro y Vidente de Magdeburgo, Ulrich von der Vogelweide.  Con todo, lo que esa noche sucedió marcó profundamente a todos.  Algunos enfermaron. Otros, como YU, se recluyeron voluntariamente sin volver a salir de casa (no, al menos, en la forma física y material en que la gente suele moverse en este plano de la realidad).

Lo que Eun intentó hacer la noche del 21 de diciembre o madrugada del 22 no está claro aún.  Las memorias que YU conserva de esa noche son fragmentarias e inconexas -y a ratos incoherente.  Me entrevisté con Ariel hace una semana pero no logré mucho.  Apenas confirmó algunas de las cosas que YU había narrado para mí, y sobre las otras no quiso pronunciarse.  He intentado dar con el escrito del bueno de Amaury, pero nada.  Zuñiga me habló que Diego Schröder había hecho una copia en inglés del texto, pero he perdido el contacto con Schröder.  En tales circunstancias, sólo estoy en condiciones de narrar, en líneas generales, lo que hace un mes me transmitió mi amiga YU.  Y digo "en líneas generales" porque no daré aquí los detalles de lo narrado a mí por YU; y no lo haré hasta que pueda reconstruir mejor estos hechos y contarlos debidamente.

La noche del 21 de diciembre, cerca de la medianoche, Eun puso en practica el rito enseñado a él por Parson.  Se trataba de un rito milenario, creado para exorcisar a "Y", el espíritu inmundo, y librar al planeta de su negativo influjo.  Eun llamó al rito Aynol y Bab, en señal que se trataba de un contra-rito, la negación o desarticulación de lo hecho por Parson, Huber, Cameron y Crowmly en 1948 (en un artículo posterior que estoy por escribir hablaré en detalle de esto).  En la cima del monte Chaday Eun intentó en vano operacionalizar este rito.  Todos coinciden que no sucedió nada hasta más o menos las 3:00 de la madrugada, hora en que el lugar, y el círculo del rito, se vieron amenzados por telúricas presencias, energías materializadas en formas de cúmulos de luz color plomizo, con destellos negros y brillantes, sin definición conocida, abiertamente hostiles y peligrosas.   El ataque duró 36 minutos, ubicándose el momento más crítico -esto es, el momento en que estas presencias fueron más virulentas y más amenazantes- entre los 33 y 36 minutos.  El círculo, no obstante, hecho por Eun, resistió bien el ataque.  Pero los jóvenes innatos asistentes no lo abandonaron sino hasta el amanecer, cerca de las siete de la mañana.  Ninguno de ellos quiso hablar luego de lo sucedido.  Todos quienes les conocíamos entonces, y que estábamos al tanto del Aynol y Bab Project, notamos el cambio en ellos.  Sólo Ariel Zúñiga contó algunas cosas unas semanas después, pero pocos dieron fe a su relato.   Un manto de silencio y sombras abrazó lo sucedido esa noche en el cerro Chaday.   Un manto de silencio que únicamente el testamento de Agripa ha venido a quebrar.  Hoy sabemos un poco más del Aynol y Bab porque quienes participaron en él, entre ellos mi amiga YU, se han atrevido a hablar.  Es misión de quienes somos bosquianos hallar la verdad de esos hechos.  Y a ello creo estar contribuyendo con estas palabras y con este artículo.


jueves, 12 de mayo de 2005

Memorias de un Iniciado


Por Baldur Agripa

(El siguiente texto corresponde a la primera transcripción que se hace del diario de vida de Baldur Agripa -Carlos Manuel Nejas-.  En lo sucesivo espero seguir publicando esta valiosa obra).

Escribo esto para mí.  Para mí y para quienes me han seguido como discípulos.  Escribo también para conservar intacta la memoria de los hechos esenciales de mi vida.  No tengo interés en que esto sea leído por nadie más.  Si de filosofía se tratara lego a los otros mis obras públicas.  Pero estos relatos sólo me conciernen a mí y a quienes que, como yo, han seguido la filosofía del bosque.

A diferencia de mis disquisiciones filosóficas espero aquí ser sintético.  Después de todo lo esencial sólo se comunica en símbolos.  Y para símbolos apenas hacen falta unas pocas páginas.

Mi primera iniciación, mi iniciación de fuego, ocurrió cuando estuve sólo a unos cuantos metros de Rudolf Hess.  Ya he hablado de esto in extenso en mi libro sobre los dos Cielos. Yo tenía entonces sólo doce años.  Verlo fue el paraíso.  La energía que me trasuntó ese encuentro, esa cercanía, me ha acompañado de por vida.   Y me impulsó tempranamente a este viaje interior.

Mucho antes de conocer a mi Maestro en la filosofía del Bosque tuve, en mi natal Osorno, otro maestro.  Le conocí pocos meses después de regresar a Chile.  Yo fui su único discípulo.  Me llamaba Baldur, como al héroe.  Y me enseñó alquimia.  Vivía en las afueras de la ciudad.  De camino a la frontera con Argentina.  Mi tía Bertha, con quien vivía en Osorno, me iba a dejar en auto, sagradamente, todos los domingos por la mañana a su casa; y me pasaba a recoger por las tardes.  Con él estudié la obra de Trithemius,  Maier, Bruno y Agripa.  Fue este último quien más me interesó, por lo que muchos años después, cuando renací a la filosofía del bosque, decidí ser llamado como él, Agripa. 

Diez años frecuenté a mi primer maestro, cuyo nombre no viene al caso mencionar aquí.  Y cuando cumplí los veintiséis años me despedí de él con un abrazo y me vine a Santiago a estudiar pedagogía. 

En la capital me reuní con mi hermana menor, mi medio hermana.  El único pariente cercano que tenía, fuera de mi tía.   Teresa Núñez Hidalgo era su nombre.  Era la única hija del segundo matrimonio de mi madre.  Le adelantaba en diez años; diez años de esta existencia.  Pero ella parecía tener más edad que yo; edad de la otra existencia.  Era inquieta, bella y extremadamente inteligente.  Proclive a las ciencias ocultas, al misticismo; y fervorosa admiradora del führer.  Fue ella quien me lo enseñó en su faceta esotérica.  Entonces se me hizo claro lo que yo había visto veinte años atrás en Hess y el nacional socialismo. 

Cuando mi hermana cumplió veinte años se casó con quien había sido su profesor de ciencias en el colegio.  Era éste también su maestro en cuestiones del otro mundo.  Tenía más edad que yo (cinco o seis años más); e inició a mi hermana en la filosofía hermética.  Murió repentinamente hacia finales de los años cincuenta.  Por lo que mi hermana se allegó más a mí y se fue a vivir conmigo en el pequeño apartamento que alquilaba cerca de la calle matucana. 

Fueron años maravillosos.  Le enseñé todo cuanto había aprendido de mi maestro de Osorno.  Y cuando estuvimos en condiciones de viajar y conocer emprendimos un viaje de tres meses por los más remotos lugares de la India.  Eso fue entre los meses de Enero y Marzo de 1964.  Yo entonces tenía 37 años.  De vuelta en Chile nos volvimos a Osorno.  Nuestra tía Bertha (biológicamente sólo tía mía) moría y nos legaba su casa de toda la vida.  Vivimos allí hasta 1971.  Pero en 1968 ocurrió algo que cambiaría nuestras vidas.

En Enero de 1968, durante mis vacaciones de verano, viaje con mi hermana a Nueva York.  Me había convencido ella que viajáramos por tren por toda la costa oeste de Norteamérica.  No me apetecía mucho el viaje.  Pero nos lo había sugerido un amigo de Osorno cuyos padres vivían allá.  Llegamos a Nueva York el 8 de Enero de 1968 y fue en el aeropuerto donde ocurrió el milagro.  Allí conocimos un joven alto y buenmozo, de aspecto nórdico, que nos dijo ser español.  Nos pareció extraño, pues no tenía los rasgos físicos que asociábamos al español común.  Aun cuando éste era oriundo del norte de España, de una ciudad conocida como Irún.  Su nombre, el que nos dio, fue Gabriel de la Frontera; aunque nosotros supimos intuitivamente entonces que no se llamaba así.  Fue este fortuito encuentro lo que cambiaría de plano nuestras vidas.

Estuvimos sólo dos días en Nueva York, pero ese tiempo bastó para que trabáramos una amistad con Frontera.  Fue muy cordial con nosotros.  Los dos días que estuvimos allí le frecuentamos en su Hotel de la calle 103 con la avenida Ámsterdam.   Salimos a caminar y nos detalló las cosas que abruptamente nos había referido el tiempo que estuvimos juntos en el aeropuerto la mañana que llegamos a la ciudad.   Cuando nos despedimos nos invitó a su casa, en España, en Irún.   Y me obsequió un libro autoeditado, del que me dijo habían sólo unas cuantas pocas copias.  Estaba escrito por él y llevaba el título de Diarios de un Iniciado.  Fue por ese libro que tres años después viajé a España, en busca de Frontera, decidido a encontrarlo. 

Gabriel de la Frontera fue mi Maestro en la Filosofía del Bosque.  Tenía apenas cuatro años más que yo; cuatro años más de esta existencia.  Pero cuando hablaba dejaba la impresión de ser un octogenario.  No obstante esto su aspecto físico no era el de un sabio común.  Su semblante semejaba al de un adolescente -pese a que tenía 45 años cuando le conocí.  Era alto, rubio y de ojos azul grisáceos.   Hablaba castellano y euskera indistintamente; y sabía también francés y alemán.  Fue a través de él que oí hablar por primera vez de Ulrich von der Vogelweide. 

Tres años antes de nuestro encuentro en Nueva York Frontera había sido discípulo de una mujer excepcional, una verdadera maestra del camino del Bosque.  Según Frontera su maestra, cuyo nombre era Margarite vaal de Marne, había sido discípula del misterioso Barón von Klappenbach, cuyo nombre esotérico era Julius Tab-Inke.   Klappenbach vivía en Tesalónica cuando se encontraron los restos del papiro de Derveni.  Tuvo acceso a algunos de los fragmentos, en los primeros meses de la investigación, cuando todavía no se sabía lo peligroso que podía resultar ese documento.  Hallo en ellos semejanzas con los escritos de Kônered que mi maestro llamaba orfeonomikon.